viernes, 7 de septiembre de 2012

Sobre cómo crear una nación... ¡Cazando vampiros!

Ayer fui con unos amigos al cine. Las entradas que pedimos fueron para ver Cazador de vampiros (Vampire Hunter, EU 2012).

Después de comprar las obligadas palomitas, refrescos y una paleta de chocolate, entramos a la sala dispuestos a ver qué es lo que nos ofrecía el filme. Ah! En tecnología 3D, por cierto.

Lejos de lo bien hecha que está la película (debo ser sincero en ese sentido), lo que llamó profundamente mi atención fue la temática abordada: invasión de vampiros al vecino país del norte, ubicados al sur del país con la intención de desaparecer a todo ser humano y apoderarse del territorio.

Y llamó mi atención no porque me pareciera interesante, sino porque no termino de entender cómo a alguien se le pudo ocurrir semejante cosa.

Historias sobre vampiros abundan en el cine y todas explotan la idea de seres sobrenaturales, con vidas eternas, cierto grado de carisma, en fin, todas surgidas de mitos, historias fantásticas o de la simple imaginación del guionista en turno, pero ésta película me pareció un exceso en todos sentidos.

Y me pareció un exceso en el sentido de que, de acuerdo con la premisa de la historia, ese país se independizó no de otro país, de seres humanos, no, se independizó de fuerzas ocultas y su padre fundador fue un ser humano con capacidades únicas, tan únicas que aún siendo un hombre ya maduro fue capaz de luchar y derrotar a las fuerzas del mal.

Esto a final de cuentas demuestra que tanto en la vida real, como en la ficción, todo puede suceder.

martes, 7 de diciembre de 2010

"La Autoridad"

Esta historia real se desarrolló en una colonia clase media como muchas de las que hay a lo largo y ancho de nuestro país:

Cierta noche, "Manuel" comenzó a sentir dolor de cabeza, buscó en su mesa de noche y no encontró analgésicos, entonces decidió ir a la farmacia (de esas que abren las 24 horas) que se encuentra a unos 20 metros de su casa. A mitad del camino, entre su casa y la farmacia, una patrulla se acercó a "Manuel", de ésta descendió "La Autoridad", representada por dos hombres uniformados, quienes le preguntaron, casi a gritos, qué hacía ahí. "Manuel" les dijo que iba a la farmacia, tras intercambiar miradas, uno de los representantes de "La Autoridad" le dijo a "Manuel" que se acercara a la patrulla para hacerle una "revisión de rutina", a lo que "Manuel" respondió que con todo gusto pero con la condición de que acercaran la patrulla a un lugar con mayor iluminación.

Lo dicho por "Manuel" no fue bien recibido por "La Autoridad" y fue llevado por la fuerza al cofre de la patrulla donde fue "cateado" en tres ocasiones. Evidentemente, "La Autoridad" no encontró más que 20 pesos y un par de llaves en los bolsillos del pantalón de "Manuel".

Ante ese hecho, los representantes de "La Autoridad" intercambiaron miradas entre sí y se dijeron algo en clave que evidentemente "Manuel" no entendió, durante varios minutos y... se fueron!!

Como ya mencioné, lo narrado anteriormente fue un hecho real. El protagonista, "Manuel", vivió lo que desgraciadamente han vivido muchos "Manueles" en nuestro país a manos de "La Autoridad".

No sé qué es lo que más me indignó de la historia: (1) que "La Autoridad" fuera tan agresiva con "Manuel" sin razón aparente, (2) que "La Autoridad" haya "cateado" a "Manuel" haciéndolo sentir bastante incómodo, sin razón aparente, o (3) que "La Autoridad", se haya retirado, así como llegó, de la nada... sin razón aparente.
Es evidente que hubo muchas inconsistencias en la maniobra desplegada por "La Autoridad" en este caso. Es obvio también que "Manuel" no supo cómo reaccionar ante ese hecho, porque no fue informado oportuna y puntualmente de lo que sucedía y, por lo tanto, estuvo vulnerable a lo cualquier acto que decidiera desarrollar "La Autoridad".

Por supuesto debo decir que lo sucedido a "Manuel" me indignó profundamente, pero también debo reconocer que lo sucedido nos deja una gran enseñanza: como ciudadanos, debemos responsabilizarnos de nuestro bienestar, de velar por él, de informarnos y, sobre todo, de organizarnos, con el fin de protegernos mutuamente... si, PROTEGERNOS.

Tratando de entender, que no de justificar, los actos realizados por los policías involucrados en la historia narrada, lo mejor es, sin duda, no exponernos a situaciones que pudieran parecer (ante los ojos de "La Autoridad") sospechosas; es decir, "Manuel" hubiera evitado salir de noche a la farmacia si hubiera tenido la prevención de contar con un botiquín básico, en el que seguramente habría los analgésicos que precisaba o, en caso contrario, debió solicitar a alguien de su familia que se encontraba en la misma casa, lo acompañara.

En fin, la inseguridad pública es algo que nos afecta a todos y consecuentemente es algo que debemos resolver todos. Seamos responsables, más cuidadosos, tengamos los ojos alerta y exijamos, si es el caso, trato digno por parte de quienes deben procurar nuestra seguridad, cuidémonos, porque en nuestra vida diaria y en nuestro entorno más cercano.... todo puede suceder.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Paranoia

De acuerdo con una conocida página de la red, la paranoia puede definirse como la sensación angustiante de "estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables o ser el elegido para una alta misión”.

En este caso, me referiré a la primera de las opciones para definir la paranoia, es decir “la sensación angustiante de estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables”. Y es que desde hace cuatro días, las autoridades de Quintana Roo alertaron a la población (alerta azul) sobre la presencia de una depresión tropical que se estaba formando al norte de Venezuela.

Antes de continuar, debo decir que en toda la península de Yucatán, afortunadamente existen en los habitantes costumbres ya muy arraigadas de prevención ante la amenaza de tormentas tropicales y huracanes, entonces, pese al temor que generan estos fenómenos, la gente sí protege sus casas y demás pertenencias y sí atiende los avisos que emiten las autoridades de protección civil correspondientes.

Bueno, retomo mi punto inicial: la paranoia.

Tal como lo comentaba, desde hace cuatro días las autoridades alertaron sobre la presencia de ese fenómeno meteorológico que podría alcanzar territorio quintanarroense, dada su ubicación y características. Y sí, desde el jueves 23 de septiembre, esa depresión de convirtió en la tormenta tropical Matthew.

Hasta aquí, pareciera que todo marcha de manera “normal”; sin embargo, lo peculiar con Matthew es, a decir de varias personas, lo temprano que se emitió la alerta. Es preciso señalar que hace unos días el huracán Karl, que provocó graves daños en Veracruz, impactó el sur de Quintana Roo –como tormenta tropical, a decir de las autoridades- y, de acuerdo con versiones de amigos y conocidos con los que comenté el tema (yo me encontraba fuera de la ciudad y no viví el paso de la tormenta), mucha gente sintió el poder de Karl en las calles o en el supermercado, debido a que no se alertó debidamente a la población.

Esa circunstancia, generó, por un lado, que la gente acudiera a los supermercados a realizar “compras de pánico” y además todo tipo de especulaciones en torno a la presencia de Matthew, principalmente que las autoridades alertaron tan tempranamente para “no cometer el mismo error” ocurrido con Karl y también, a través del twitter, otras redes sociales y mensajes vía celular, que Matthew se convertiría en un huracán de grandes proporciones y por supuesto efectos devastadores, de ahí que se emitiera una alerta “con tanta anticipación”.

No he vivido el paso de una tormenta tropical y menos aún el de un huracán, entonces, lo referido en el párrafo anterior provocó en mí esa sensación de “estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables”: paranoia.

Ahora mismo, al parecer Matthew no impactará territorio quintanarroense; sin embargo, lo que resta es estar atento a los anuncios de las autoridades y esperar a que la tormenta se degrade en el momento y en el lugar que se le de la gana… porque con estos fenómenos, todo puede suceder.