Esta historia real se desarrolló en una colonia clase media como muchas de las que hay a lo largo y ancho de nuestro país:
Cierta noche, "Manuel" comenzó a sentir dolor de cabeza, buscó en su mesa de noche y no encontró analgésicos, entonces decidió ir a la farmacia (de esas que abren las 24 horas) que se encuentra a unos 20 metros de su casa. A mitad del camino, entre su casa y la farmacia, una patrulla se acercó a "Manuel", de ésta descendió "La Autoridad", representada por dos hombres uniformados, quienes le preguntaron, casi a gritos, qué hacía ahí. "Manuel" les dijo que iba a la farmacia, tras intercambiar miradas, uno de los representantes de "La Autoridad" le dijo a "Manuel" que se acercara a la patrulla para hacerle una "revisión de rutina", a lo que "Manuel" respondió que con todo gusto pero con la condición de que acercaran la patrulla a un lugar con mayor iluminación.
Lo dicho por "Manuel" no fue bien recibido por "La Autoridad" y fue llevado por la fuerza al cofre de la patrulla donde fue "cateado" en tres ocasiones. Evidentemente, "La Autoridad" no encontró más que 20 pesos y un par de llaves en los bolsillos del pantalón de "Manuel".
Ante ese hecho, los representantes de "La Autoridad" intercambiaron miradas entre sí y se dijeron algo en clave que evidentemente "Manuel" no entendió, durante varios minutos y... se fueron!!
Como ya mencioné, lo narrado anteriormente fue un hecho real. El protagonista, "Manuel", vivió lo que desgraciadamente han vivido muchos "Manueles" en nuestro país a manos de "La Autoridad".
No sé qué es lo que más me indignó de la historia: (1) que "La Autoridad" fuera tan agresiva con "Manuel" sin razón aparente, (2) que "La Autoridad" haya "cateado" a "Manuel" haciéndolo sentir bastante incómodo, sin razón aparente, o (3) que "La Autoridad", se haya retirado, así como llegó, de la nada... sin razón aparente.
Es evidente que hubo muchas inconsistencias en la maniobra desplegada por "La Autoridad" en este caso. Es obvio también que "Manuel" no supo cómo reaccionar ante ese hecho, porque no fue informado oportuna y puntualmente de lo que sucedía y, por lo tanto, estuvo vulnerable a lo cualquier acto que decidiera desarrollar "La Autoridad".
Por supuesto debo decir que lo sucedido a "Manuel" me indignó profundamente, pero también debo reconocer que lo sucedido nos deja una gran enseñanza: como ciudadanos, debemos responsabilizarnos de nuestro bienestar, de velar por él, de informarnos y, sobre todo, de organizarnos, con el fin de protegernos mutuamente... si, PROTEGERNOS.
Tratando de entender, que no de justificar, los actos realizados por los policías involucrados en la historia narrada, lo mejor es, sin duda, no exponernos a situaciones que pudieran parecer (ante los ojos de "La Autoridad") sospechosas; es decir, "Manuel" hubiera evitado salir de noche a la farmacia si hubiera tenido la prevención de contar con un botiquín básico, en el que seguramente habría los analgésicos que precisaba o, en caso contrario, debió solicitar a alguien de su familia que se encontraba en la misma casa, lo acompañara.
En fin, la inseguridad pública es algo que nos afecta a todos y consecuentemente es algo que debemos resolver todos. Seamos responsables, más cuidadosos, tengamos los ojos alerta y exijamos, si es el caso, trato digno por parte de quienes deben procurar nuestra seguridad, cuidémonos, porque en nuestra vida diaria y en nuestro entorno más cercano.... todo puede suceder.